viernes, 7 de junio de 2013

La visión posmoderna de Nietzsche



Conforme el ser humano fue avanzando en su camino, muchas teorías y nuevas ideologías fueron mostrandose en el transcurso. Es aqui donde se adentra Nietzsche, filósofo muy importante para esta corriente ideológica pues, con apoyo de sus obras, reflejó una realidad muy incómoda en todos y cada uno de los individuos que habitan este planeta: La muerte de Dios. Parece un argumento ridículo y hasta muy tércamente ateo, pero no es asi.

El no siempre tuvo los mismos ideales y fue cambiante, ya que al principio de su trayectoria denotaba un carácter un poco más romantico influenciado por Arthur Schopenhauer y Richard Wagner. Fue ahí cuando escribió su obra titulada Pensamiento sobre juicios morales. 
Más tarde se alejó del ideal romantico y se centró en la investigación humana, y más tarde, en su tercera etapa, surgió su obra magistral: Así hablaba Zaratustra. Es aquí donde engloba conceptos tales como el superhombre, la transmutación de valores, entre otros.

Acuñó el término nihilismo, que quiere decir la decadencia en todo esplendor y plenitud, donde la iglesia, metafísica y moral son claros ejemplos.
El asimismo enunció varios valores supremos, los cuales son la fortaleza, voluntad de dominio y los impulsos vitales, muy presentes en los jóvenes de hoy en día, escenciales para este mundo acelerado en el que vivimos, este mundo que, a diferencia de otras épocas, ya no necesita en gran parte de un Dios, o de una religión.

Nietzsche decía que, en un pasado, el hombre tenía que cobijarse bajo el manto de la religión y de Dios mismo ya que era débil de mente, pero ahora no.
El superhombre, aquel ser lleno de fuerza y arrojo, es capaz de resistir psicológicamente a todos los duelos, ya que no se ilusiona y observa la vida como un intrinseco caos. Dado a ello, Dios murió para la humanidad. Todo esto engloba un vitalismo, pues el filósofo luchó por demostrar que la vida tenía un sentido, una meta que yace en todos nuestros corazones.

Para cumplir esas metas, el superhombre tenía que "transmutar sus valores" es decir, transformarlos en otros que les asegurara una superioridad.
Para englobar dicho cambio, se refleja que los valores y costumbres tradicionales y cristianas, tenían que quedar en el olvido, transformar esa bondad en fuerza, esa satisfacción en riesgo, la piedad en crueldad, la sumisión en orgullo, la humildad en amor en lo lejano y superación, pero dejar intacto el amor hacia el prójimo. Para ello se tenía que escoger entre un nihilismo pasivo o activo.

Más tarde, y ya para finalizar con el funeral de la religión, acuñó el eterno retorno, un concepto que difiere de las ideas antes pensadas por muchos, donde se argumenta que la vida es un constante circuito, que se repite sin cesar, donde no se conoce ni la satisfacción, ni la fatiga.

                                                                                        Por: Jorge López

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